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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



RETROESCRITURA - CLOUSEAU, INSPECTOR - PREPOSTERACIÓN

El por qué no de las cosas*

Carlos Rehermann

Detrás de la indefinición del concepto de retroescritura, cuya precisión queda a cargo del lector, hay un método: el de la observación obstinada, penetrante, que no deja escapar ni el desliz fonético de un actor inglés actuando un francés con acento


Carece -la mencionada retroescritura- de filiación y, en términos convencionales, se trata de un desbarajuste genérico, dice Amir Hamed en el primer capítulo de su libro Retroescritura, un archipiélago de textos crecidos del humus fértil de la cultura occidental, es decir: Virgilio, Platón, Joyce, Ridley Scott, el inspector Clouseau, las piernas de Hillary Clinton y el Cadillac de Reagan, Calvin Klein, Terminator y Benetton, Kurt Cobain y los Rolling Stones en sus giras de la tercera edad, Alien, y Back to the Future, la escritura bustrófeda y Patrick Süskind, Frankenstein y el mito del Minotauro, Nietszche, Metrópolis, Dafnis y las modelos vestidas de novia al final de los desfiles.

Hamed insiste (como en su novela Troya Blanda, donde
un discurso totalizador convierte a Montevideo en el centro de la historia universal) en mirar al mundo sin complejos de inferioridad. Complejos que nos hacen a menudo restringir
la visión al barrio, que nos permiten sólo hablar de algo supuestamente nuestro (supuesto nuestro, a veces, por ignorancia). Complejos que nos hacen decir que somos cultos y educados, y nos mantienen con la vista fija en el espejo.

Retroescritura mira el mundo sin dar explicaciones ni pedir permiso: "La saga de la teniente intergaláctica abre un resquicio por donde atisbar cierta gesticulación de occidente en los últimos lustros del siglo de las comunicaciones. Tal vez el núcleo y la clave del arco de textos que componen el libro se encuentre en los primeros capítulos, que revisan Alien, Volver al Futuro, Terminator y por qué los informativistas de televisión no usan anteojos: la reescritura de las sagas taquilleras, que a la vez juegan con el regreso en el tiempo, o la conversión del mundo en escritura instantánea, en "registro de horda".

En el origen, tal vez, de la retroescritura, está la preposteración, trastrocamiento del orden secuencial de los hechos que en los casos que muestra Hamed encuentra una correspondencia simbólica precisa, tanto en su fondo como en las circunstancias de su realización, su presentación formal y el momento histórico en que ocurren como hechos culturales. Retroescritura creció como rebrote de textos escritos antes de 1995, con motivo de aquella misteriosa eclosión irreverente que fue La República de Platón. Fiel al "desbarajuste genérico" comienza con un capítulo posterior
y termina con un postfacio que discurre en torno a la idea
de retroescritura (a cargo de Sandino Núñez).

Textos de fino y profundo análisis que rechazan con virulencia los cánones académicos de la crítica cultural.
La poesía y el juego tipográfico aparecen con frecuencia, punciones a la imaginación y la reelaboración del lector. Detrás de la indefinición del concepto de retroescritura,
cuya precisión queda a cargo del lector, hay un método: el de la observación obstinada, penetrante, que no deja
escapar ni el desliz fonético de un actor inglés actuando un francés con acento:

Dice Hamed que dice Clouseau: "Es sólo el olfato [...] el que nos dice que cuando recogemos algo que han abandonado estamos en presencia de
A bemb.

Not a bomb. Clouseau la ha desarticulado al malreconocerla en su idiolecto. (No la reconoce como dirigida a él). Una bemb es bastante más inofensiva que una bomba y sale de ella con algunos rasguños. Una bemb es apenas un disfraz de bomba.
Clouseau es eso: un disfraz."

El método es la inteligencia que, como un trasmallo de urdimbre prieta, no deja escapar el origen planctónico de la cadena nutricia.

Hacia el final, el libro se abre a una experiencia lectora tan abierta, tan profusamente ávida de conexiones múltiples y retrolecturas que, como Clouseau, se convierte en un disfraz. Análisis con ropajes propios de las ficciones. Desarticula el discurso crítico. Como un canto de trance,
se deja aprehender en un estado alterado, se niega a dejarse penetrar por la razón desnuda. Exige del lector la misma actitud alerta, la misma capacidad de comprensión del
detalle definitivo, la misma insaciable voracidad lectora
que el autor.

Un detalle significante: la belleza de la prosa, la calidad
de la textura, el cuidado por evitar las muletillas eruditas
de la crítica, que construyen una cosa nueva, que bien podría ser, a pesar de su vocación prepóstera, el inicio
de un nuevo orden, ojalá de un género.

* Publicado orginalmente en Insomnia, Nº 66, bajo el seudónimo de Feliciano Dublé.

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