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             REVOLUCIONES ROCKERAS - BEASTY
            BOYS - 
            La
            cuarta ravolución* 
 
                Gabriel 
                Peveroni 
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          Me convenció de que los Beastie Boys forman
            parte de esa escasa legión de genios y revolucionarios
            de la mejor calaña. También ladrones, porque "robar
            es necesario", como decía el conde Lautréamont |  
        
        
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            "El primer revolucionario fue Presley, después vienen
            los Beatles y en el 77 los Sex Pistols...", me decía
            Carlitos mientras mirábamos basura por la Mtv. A él
            siempre le gusta etiquetar, dibujar árboles cronológicos
            y establecer extrañas relaciones que por más rebuscadas
            que sean suelen resultar razonables. "Y la cuarta revolución
            fue la de los Beastie Boys", concluyó, y me pareció
            demasiado traído de los pelos aunque ambos fuéramos
            fanáticos de esos deformes neoyorquinos a los que se les
            ocurrió robarle el rap a los negros para samplearle guitarras
            eléctricas. 
 
            Esa conversación terminó en un largo y hermético
            ensayo que demostraba su hipótesis; menos complicada que
            la de Greil Marcus -que necesitó 900 páginas para
            unir a los dadaístas y a los situacionistas con Johnny
            Rotten-, pero que era imposible de publicar en una revista que
            no fuera de musicología. Y en Montevideo no hay revistas
            de ese tipo. 
 
            Carlitos seguía insistiendo, dándole vueltas incluso
            a una supuesta y oscura relación de la Motown Records
            con los Beastie Boys, y en determinado momento de su discurso
            parecía que todo lo que se había hecho en tres
            décadas en el pop, en el rock, en el soul, en la disco,
            en el jazz y en el rap confluía en esos blancos neoyorquinos
            que eran para él los "ladrones de ritmos más
            importantes del siglo".  
 
            Incluso la evolución tecnológica desde la primera
            guitarra eléctrica, el primer sintetizador y el primer
            deejay que hizo un scratch encajaban perfectamente
            en la teoría. 
 
                Así fue que me convenció de que los Beastie Boys 
                forman parte de esa escasa legión de genios y revolucionarios 
                de la mejor calaña. También ladrones, porque "robar 
                es necesario", como decía el conde Lautréamont. 
                 
 
            Y aunque haya poca gente en el planeta que pueda soportar escuchar
            un disco entero de ellos sin desear lanzarlo por la ventana como
            un disco planeante, por la esquizofrenia rítmica y la
            desesperación con que rapean e insultan, es cierto también
            que a partir de ellos se abrió un mundo nuevo en eso que
            se llama hip-hop. No sólo eso, los Beastie son una bisagra
            que permite entender a grupos tan disímiles y seductores
            como Portishead, Rage, House of Pain y los Illa Kuryaki. 
 
            Hace pocos días, él seguía insistiendo que
            publicáramos esa nota que había quedado perdida
            en algún lugar, pero lo hizo de muy malos modos, y ante
            la negativa se puso molesto y sus insultos y llamadas telefónicas
            amenazantes terminaron por convencerme que lo de los Beastie
            Boys era un asunto serio.  
 
            Porque en verdad hace tambalear la desmesurada tesis de Marcus
            de que los Pistols fueron los últimos revolucionarios
            posibles en el rock y que allí se acabaría la historia,
            y porque un amigo no se podía descontrolar de esa manera
            por una triviliadad tan gigantesca.  
 
            Pero me pregunto ¿a quién mierda le importa una
            teoría sobre la cuarta revolución en el rock? Ni
            a los mismísimos Beastie Boys, ni a Ruth que gesticula
            desde la televisión, y mucho menos a mi gato, que ahora
            me acompaña mirando otro video basura en la Mtv. 
             
            *Publicado originalmente en Posdata
          
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