SOLUCIONES. (Soluciones
integrales, soluciones empresariales, paquete de soluciones). El
plural soluciones es, sin duda, mucho mejor que solución. La
distancia es similar a la que va de tiempo a tiempos. Y este plural
no es sólo un mero juego retórico que busca conferir un estilo tecno
a la frase. El plural está tejiendo la trama misma del mundo actual:
la multiplicidad. Ya no se trata simplemente de resolver un
problema. Se trata de entender la vida como una serie ilimitada e
indefinida de problemas que deben ser resueltos: se trata de una
ontología que se basa en la resolución de problemas. Es la urgencia
misma de la vida, su pragmática, los trucos, las rutinas y los
procedimientos que usamos para superar dificultades o resolver
situaciones problemáticas. Y la distancia es también la misma que
lleva de alien (la película de Scott, de 1979) a la secuela alien 2,
el regreso (Cameron, 1986), de un bicho a muchos bichos. El primer
monstruo, híbrido solitario y atroz de una especie desconocida y un
humano, era un problema pero también un misterio: ese otro radical
aparecía en la vida de la tripulación como un acontecimiento
extraordinario: el tema también era la angustia, el miedo, el
extrañamiento. En la secuela, obscenamente, ya hay colonias de
bichos, cientos de monstruos que surgen de todas partes. Y los
humanos ya están pertrechados: tienen equipos, formaciones
militares, refugios, armamento antialien. La lluvia de monstruos no
permite la angustia ni la reflexión ni el discurso: sólo cabe
defenderse, sobrevivir, combatir. En la primera vemos cómo surge, en
la tranquila comunidad de la tripulación de la nave, el estado de
excepción: la militarización de la sociedad (orden, estrategia,
respeto a la cadena de decisiones) mientras se combate a la amenaza.
En la segunda nacemos en un estado de excepción naturalizado y
aceptado: su origen ya no importa. Un cuerpo militarizado sin
límites impide la aparición de lo social. Somos hombres de acción.
Los problemas están ahí para ser resueltos y no para que
reflexionemos sobre ellos, ya que esa demora reflexiva nos puede
costar la vida. La pragmática, como lógica de la vida, nos
militariza para salvarnos de los aliens. Y esta militarización es
una especie de fuga hacia adelante: impide el pensamiento y el
lenguaje como dramas del sujeto. Pero soluciones tiene otra
connotación deliciosa, profundamente vinculada a la anterior. Habla
de una especie de entrega pasiva y radical del cliente (una de las
creaciones maravillosas del mercado y la publicidad contemporáneos)
a la capacidad inteligente de la empresa de interpretar su demanda:
un servicio plus sobre el producto o la mercancía. Ya no me ofrecen
un producto (una alarma, un peine, un caramelo mentolado): me
ofrecen soluciones (al problema de la seguridad, de la rebeldía
capilar, del hálito infernal). Soy una persona atareada en un mundo
lleno de aliens y de problemas, soy un soldado, un prágmata, un
hombre de acción. No quiero un dolor de cabeza, quiero soluciones,
exijo soluciones, paquetes de soluciones, lluvia de soluciones que
neutralice la lluvia de problemas.
* Publicado
originalmente en Tiempo de Crítica. Año I, N° 11, 1º de junio de
2012, publicación semanal
de la revista Caras y Caretas.
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