"La poesía colombiana es mediocre"
Juan Gustavo Cobo
Borda
A Horacio no se le ocurrió que la mediocridad
fuera de oro por antojársele equivalente a la insipidez,
que no es buena ni para la tierra ni para el muladar.
A lo mejor creyó
reconocer, en brillo de paja, uno de los nombres de la Temperancia,
ése por el que hoy, en este milenio sobrado de campeones
en recta final, resulta arduo apostar sin incurrir en sospecha
de menosprecio.
Como la palabra avisa, el camino de la mediocridad es del medio,
de puerta angosta, la menos visible, sutil como el brazo vertical
de la balanza que, en antiguos textos, sostiene a un cinocéfalo
estilita, emblema de escribas.
Lo mediocre es mediador, pues participa de las calidades de los
extremos que en él se resignan a la pérdida de
su antagonismo. Es de sal mediadora entre fijeza de azufre y
volatilidad de mercurio, frente a la cual hasta reyes se inclinan,
pues depara lo mediocre ese sabor que para el alquimista es oro:
aurea mediocritas.
De manera que, de veras, espero para quien amo el sabor de un
poema mediocre, ni vengador ni vencido, sabroso como sal de establo,
digno de Eldorado.
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