CENTRO FRONTAL - JERGA DEL
FÚTBOL - FÚTBOL URUGUAYO -
Pelota
parada*
David
Martino
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Lo que el half no puede hacer, es tirar
un centro frontal con la pálida esperanza de que el centre-forward
la dispute en la medialuna, y -en la hipótesis de que
no se rompa el occipital contra el frontal del back del
equipo contrario, que salta de frente y con todas las de ganar-
de allí devenga la tan criolla figura del entrevero o
borbollón |
Misteriosa es la afición
del footballer vernáculo al centro frontal.
Hay un momento en la evolución normal de la pelota por
los fields uruguayos en el cual el que la tiene siente
la irreprimible ansia de tirar un pelotazo alto para adelante.
Generalmente se trata de un back centro, o de un half.
¿Cuál es la
angustia de esos players, la pulsión que les nubla
la mente y les desboca el corazón hasta obligarlos a cometer
ese clásico -y ya sólo uruguayo- puntapié
sin sentido? Observar brevemente ese momento clave en la dinámica
cotidiana de nuestro fútbol
es el objetivo de estas líneas.
Conviene al desarrollo de este problema representarnos primero
las alternativas. Un examen detenido de las mismas dejará
plenamente claro que la opción es absurda, y que las razones
para elegirla son arcanas. Tomemos a un half cualquiera.
Se supone que el golero sacó con la mano, que la pelota
recorrió varios hombres en la línea de fondo, lateralmente,
y que se generó un claro por el cual nuestro half
avanza. Generalmente en los restantes países del orbe,
cuando ocurre esto, el half tiene tres alternativas.
La primera es volver a lateralizar la pelota hacia atrás,
esperando otro momento para el avance. No es la mejor, pero puede
ser oportuna. La segunda es tocar en corto la pelota hacia algún
compañero ubicado cerca, generalmente el inside
o el centre-half, y correr a buscar la devolución
en pared - y de ahí al siempre amenazante 'doble puntero',
hay sólo un paso más -. La tercera es desbaratar
la figura del rival haciendo un cambio de frente largo, dirigido
generalmente al inside del lado opuesto, al half
del lado opuesto, o al wing del lado opuesto. Es una opción
arriesgada pero, si se la practica bien, bellísima.
Lo que el half no puede hacer, es tirar un centro frontal
con la pálida esperanza de que el centre-forward
la dispute en la medialuna, y - en la hipótesis de que
no se rompa el occipital contra el frontal del back del
equipo contrario, que salta de frente y con todas las de ganar
- de allí devenga la tan criolla figura del entrevero
o borbollón. Lo único que puede salir de allí
es un mamarracho. Es verdad que uno de cada cincuenta mamarrachos
derivan penosamente en gol, pero eso no tiene nada que ver. Sigue
siendo un mamarracho. Sin embargo, eso es lo que hace siempre
la mayoría de los halfs uruguayos.
¿Por qué lo hace?
La respuesta no cabe aquí -ni en nigún sitio, porque
no existe-. Digamos tan sólo que el futbolista que hace
eso lo hace porque no se quiere comprometer, y porque para él
no comprometerse es un valor mayor que respetar la estética
de una combinación bien hecha.
Pero plantearse el problema una vez más no está
de sobra, porque a quienes vamos al fútbol con la esperanza
de ver un espectáculo en donde la belleza geométrica
de las combinaciones sea destacada, el centro frontal causa repulsión.
La misma repulsión que nos supone que el fútbol
haya abandonado los anglicismos para sustituirlos por sus versiones
castellanizadas. Cuando se usaba aquella jerga extranjera se
le tenía más respeto al fútbol y se jugaba
mejor.
A menudo uno empieza por creer que posee las palabras -o las
formas de la belleza- y, a continuación, que puede disponer
de ellas.
* Publicado
originalmente en Posdata
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