“No es cierto
que cuanto más se ama mejor se comprende; lo que la acción amorosa
obtiene de mí es solamente esta sabiduría: que el otro no es para
conocerlo; su opacidad no es en absoluto la pantalla de un secreto
sino más bien una especie de evidencia,
en la cual se anula el juego
de la apariencia y del ser”.
Fragmentos del
discurso amoroso>.
Roland Barthes.
El disco Ok Computer de
Radiohead daba cuenta de ciertos puntos problemáticos a la hora de
reflexionar sobre la sociedad actual. La híper tecnología dominante,
la pérdida de referentes constitutivos a la idea de sujeto, la
masificación, construían una voz que gritaba en medio del desierto
que no era un androide.
A mitad del S.XX una de las tendencias teatrales más influida por la
filosofía llevaba a escena los motivos que presagiaban la paulatina
pérdida de la idea de sujeto. Eugène Ionesco es uno de los
dramaturgos más influyentes del pasado siglo. A través de su
escritura, vinculante con la de Samuel Beckett y Arthur Adamov,
propuso no solamente una nueva forma de teatralidad sino también una
reflexión profunda sobre el contexto de posguerra, la sociedad
burguesa y las funciones del lenguaje.
La Cantante calva (1950),
primera obra del autor, suele ser citada como una de las obras
representativas de lo que se denominó – controversialmente - el
“teatro del absurdo”[1].
Ionesco además fue un escritor prolífico en cuanto al metadiscurso
respecto a su vida y su obra por lo que a partir de la lectura de,
por ejemplo, Diarios o Notas y Contranotas,
conocemos el proceso de creación de sus obras así como el contexto
histórico-artístico en el cual surgieron.
El descontento y la búsqueda existencialista, la sociedad que se
perfila hacia los extremos del capitalismo en la mitad del S. XX, la
ausencia de sentido y el nuevo orden simbólico del intercambio son
solo algunos de los elementos que pueden reflexionarse a partir de
La cantante calva.
Queremos proponer una vuelta más. Pensar en la posibilidad de una
respuesta al vacío parodiado que no quede en su descripción. Cruzar
frentes de enunciación como el de Susan Sontag y Alain Badiou para
recomponer la noción de sujeto en tanto reconoce y es reconocido por
Otro.
La cantante calva. Parodias
Esta “antipieza”, tal como desde el texto secundario se presenta, ha
sido abordada analíticamente a partir de uno de los conceptos
estrella de la modernidad: la parodia. En primer lugar a la
concepción de teatro tradicional,
en tanto que la información en vez de ser hacia
el lector-espectador es dirigida a los propios personajes. A su vez
desde la primera acotación que abre la obra (“Interior
burgués inglés, con sillones ingleses. Velada inglesa. El señor
SMITH, inglés, en su sillón y con sus zapatillas inglesas, fuma su
pipa inglesa y lee un diario inglés, junto a una chimenea inglesa…”[2])
el texto apela no solamente a un posible espectador de la
representación sino al lector. Esta acotación, a través de la
excesiva reiteración del adjetivo “inglés”, instala un ambiente
dislocado en función del espacio naturalista de una sala tipo de
familia burguesa. Posteriormente, cada escena irá dando cuenta del
rechazo a la construcción psicológica de los personajes a través de
su paradójica inacción que entra en clara batalla con los preceptos
del teatro realista. A partir de la influencia de las vanguardias
artísticas del S. XX, especialmente del surrealismo, la ironía se
convierte en metadiscursiva y convoca rápidamente a la reflexión en
torno a los cánones establecidos.
Como correlato la parodia se instala también
hacia la clase a la cual pertenecen tanto el Sr. y la Sra. Smith como
los Martin, está presente lo exótico como elemento distintivo de una
clase social: la burguesa. Su construcción apariencial, los diálogos
que giran en torno a los clichés estructurales del comportamiento -
el educar a los hijos según las leyes de la mesura por ejemplo - van
dando cuenta del vacío conceptual que tiñe su propia existencia. No
hay verdad detrás de sus palabras ya que, en términos del autor,
funcionan como “autómatas, tienen un sub-lenguaje”. La distancia
crítica que posibilita la construcción efectiva de la parodia está
dada a partir de la ausencia de acción y del lenguaje que parece
haber sido aprendido memorísticamente en base a lo que hay que
“saber decir”. Los Smith son una pareja protocolar, genérica,
plagada de frases hechas, sin complejidad, tal como exige el sistema
dominante.
“También los hombres segregan
lo inhumano. En ciertas horas de lucidez, el aspecto mecánico de sus
gestos, su pantomima carente de sentido vuelven estúpidos cuanto les
rodea. Un hombre habla por teléfono detrás de un tabique de vidrio;
no se le oye, pero se ve su mímica sin sentido: uno se preguntará
por qué vive”[3]
El espacio en el cual esta pareja vive y convive se vuelve un lugar
ideal para la representación de la alienación del sujeto. La crítica
que subyace a la parodia tanto de la burguesía como de la familia
tradicional, hace que la idea de opresión aún pueda ser pensable. En
el texto[4]
anterior planteábamos la hipótesis de que actualmente, en tiempos
del simulacro, se hace difícil encontrar la posibilidad del
pensamiento a partir de la idea de alienación. En
La cantante calva,
vestigio de la última bocanada moderna, aún hay espacio para pensar
al sujeto y sus condiciones de posibilidad.
La sociedad ha sido cooptada por el sin sentido burgués que ahueca
todo intento de diálogo convirtiéndolo en un mero juego de
repetición de slogans. Desde la crítica se ha hecho especial énfasis
en la parodia a las “leyes de comunicación” que puede interpretarse
en la obra: teniendo en cuenta que las conversaciones se encuentran
vacías, el acto de habla se transforma en mecánico y automatizado.
Se plantea entonces que esta “antipieza” representa a través de la
parodia el fin del lenguaje que comunica. Ahora bien,
¿el lenguaje debería comunicar?
Desconocimiento.
Last Flowers.
“Ionesco es un
artista de considerables dotes, que ha sido víctima de las ideas. A
Ionesco no le mueve la protesta contra la ausencia de pasiones, sino
una suerte de misantropía, que él ha cubierto de actualizados
clichés de diagnóstico cultural (…) El disgusto por la condición
humana es un material perfectamente válido para el arte. Pero el
disgusto por las ideas, expresado por un hombre poco dotado para las
ideas, es ya otra cuestión.
Contra la interpretación y
otros ensayos.
Susan Sontag.
La posición de Susan Sontag respecto a la obra de Ionesco es, por lo
menos, interesante por lo combativa. Hace énfasis entre otras cosas
en las reflexiones que hace el autor respecto a su proceso de
escritura, las significaciones y su propia vida. Sostiene que sin
desconocer la importancia que las obras de Ionesco tienen, es
desconcertante la forma en la cual él mismo suele privarlas de
posibilidades de lectura. El ahínco en la absurdidad de la
existencia así como la desarticulación del lenguaje a través de los
mecanismos de repetición y estandarización conllevan directamente a
trazar un límite en el desarrollo conceptual. Las críticas e
interpretaciones muchas veces se han hecho eco de las proposiciones
que el autor establece en sus textos metadiscursivos, levantando aún
más la pared que supone la imposibilidad de analizar en función de
otras variantes que abran y enriquezcan el corpus.
En este sentido, creemos que una de las posibilidades - poco
exploradas - es reflexionar sobre los paródicos vínculos de las
parejas que se presentan en la obra pero no únicamente desde el
existencialismo o la crítica a la cultura de masas sino también como
puente para poder pensar la
posibilidad de que el amor sea tal vez una condición de posibilidad
para el sujeto.
La escena IV es una de las escenas más interesantes para analizar
y resignificar algunas ideas e interpretaciones que se le han
hecho a esta obra. Tiene
como protagonistas al Sr. y Sra. Martin, de quienes a partir de la
escena II, se conocía que eran esposos. Sin embargo, luego del
silencio planteado en la acotación escénica, los Martin comienzan
una especie de conversación que parodia a las escenas de
reconocimiento[5].
Dialogan a través del uso de convenciones lingüísticas y
repeticiones, que colaboran en la construcción del distanciamiento.
A lo largo del encuentro, que parece ser accidental emulando lo
azaroso que reviste todo encuentro, van encontrando coincidencias –
hasta la última confirmatoria: ambos tienen una hija rubia con un
ojo blanco y un ojo rojo - que les permiten llegar a la conclusión
de que son marido y mujer.
Los Martin no tienen una memoria pasada común, logran identificarse
a partir de un esquema lógico de ordenamiento de coincidencias lo
que también connota la profunda indiferencia que uno tiene sobre
otro como Otro. El sistema-mundo requiere de individuos aislados,
mecanizados, que no enfrenten el riesgo de re-conocer abismalmente a
un otro ya que esto supondría saberse sujeto. Masa. Así el absurdo,
entendido como mímesis del absurdo que supone la existencia misma,
llega a deconstruir y banalizar la posibilidad de redención que
podría constituir un vínculo de pareja.
Las escenas de encuentro y reconocimiento han sido parte fundante de
las historias de amor. El encuentro amoroso fue llevado a la
pantalla hasta el hartazgo, logrando paradójicamente el mismo efecto
que la parodia de Ionesco. El cine industrial y la televisión
supieron hacer uso y abuso del esquema encuentro-
reconocimiento-redención clásico, banalizándolo bajo el lema del
“final feliz” mercantil. Esta situación llevó por un lado al
desprecio de la elite académica hacia este tipo de historias “rosa”,
a la parodia excesiva de este tipo de relatos – que no hacía más que
exacerbar su consumo satélite - y al consumo extremo de la masa
deseante.
Nora Mazziotti[6]
incorpora la idea del “drama del reconocimiento” de Peter Brooks
estudiando cómo en las telenovelas el reconocimiento funciona en
tanto existe una reparación del daño y el sufrimiento. Así, las
características intrínsecas al género, están fuertemente vinculadas
a los rasgos idiosincráticos de la audiencia deseosa de “moverse a
compasión” con relatos que se configuran como verdaderos rituales.
Sin embargo, ha habido un cambio en esta situación. La historia de
encuentro y redención ya no se sostiene por sí misma, desde hace un
tiempo estas historias están atravesadas por determinantes
materiales (empresas familiares turbias, secretos vinculados a
relaciones mercantiles, disputas por herencias y bienes materiales,
ascensión social, por citar algunos ejemplos) que hacen de la pareja
un motivo secundario dentro del esquema narrativo.
Aquella estructura seguramente parodiada por Ionesco fue rápidamente
absorbida por la propia idiosincrasia pequeño burguesa que también
se parodiaba y el amor, en tanto encuentro y proyección del mismo,
dejó de llevar de las narices hace rato a la masa. El amor
banalizado, subestimado, vaciado, olvidado por la teoría y la
crítica fue también agotado por la industria.
Encuentro. All I
need
“Conocerse, claro está,
que
necesita su tiempo
Con años que albañilean
y años de derrumbamiento”
El
instrumento
-
Washington Benavídez
En los libros Condiciones
y Elogio del Amor
el filósofo Alain Badiou
establece al amor como uno de los cuatro procedimientos de verdad
universales junto con la política, el arte y la ciencia. Para él, el
encuentro azaroso es solo el comienzo del posible, el punto de
partida, pero lo más importante es lo que viene después. Citando a
Mallarmé dice que el “azar debe ser fijado”. Es decir que es
necesaria una construcción, una duración, para lograr el Dos a
partir del dos. El Dos es importante, porque se opone a la noción de
fundición, de ser Uno, de almas gemelas, de dos gotas de agua. No.
Es necesario mantener y hacer ese Dos, a partir del Otro. Es
fundamental elaborar a partir de la diferencia que convoca el
encuentro. Si fuera Uno, identidad, igual, no sería posible la
construcción dialéctica desde la diferencia, no sería posible llegar
a un Dos, es decir “la escena del Dos”. Experimentar el mundo desde
el punto de vista de la diferencia.
Las funciones entonces de conjunción y disyunción, encuentro con la
diferencia que perdura como tal, es exactamente lo contrario tanto a
las ideas gemelares del “somos uno” como a las que han sostenido la
inexistencia del amor o lo han visto como un nombre que funciona
como velo del disfrute sexual. Si Barthes reflexionaba respecto al
encuentro como ese momento definitorio, Badiou, Z. Bauman e incluso
Zizek, traen a la escena teórica nuevamente al amor como concepto
desde el cual es posible pensar al sujeto.
Aquella parodia que representaban los Martin no hace sino
convertirse hoy en un juego burlesco que se parece menos a una
reflexión crítica que a un simulacro que solo deja espacio para la
risa cómplice. En tiempos de redes sociales donde están bien
definidos los perfiles, gustos, imágenes, actividades, trabajos,
preferencias, movimientos y un sinfín de etc., el azar del
acontecimiento se difumina, y se escurre la construcción a partir
del otro. Después del encuentro (que se ve vaciado
ya que pierde su carácter de
acontecimiento) se dispone de - tal vez - demasiada información del
otro eliminándose el proceso del reconocimiento. Todo es más seguro,
se pueden evitar riesgos, molestias: conversaciones. Es posible
generar un filtro adecuado a determinadas pretensiones y caminar por
un sendero seguro, profiláctico. Hay una preconfiguración y elección
que evita y anula al amor, por riesgoso, por incalculable,
reduciéndolo a la mecánica del consumo de cuerpos dominados por el
miedo a la soledad o al Otro. Dos caras de una misma cosa.
En la sociedad actual podemos encontrar un montón de productos sin
las sustancias que pueden causar daño al organismo, café sin
cafeína, mermelada sin azúcar, cerveza sin alcohol. Es parte de un
mundo más seguro. ¡Disfruta! Pero hazlo sin el posible riesgo
asociado, deshecha las posibilidades negativas. Tiempos del Uno –
sumatoria que elimina a los sujetos de un Dos - sin riesgo, de la
guerra sin bajas (del lado del enemigo por supuesto como dice Zizek),
es decir la guerra sin guerra, de la política como administración,
es decir política sin política.
A pig in a cage on antibiotics.
En la dualidad Encuentro/Duración, el primero ha primado a lo largo
de la historia de la literatura, el cine, el teatro, la música. Las
obras poéticas al encuentro azaroso con la/el amada/o que luego no
se puede quitar de la cabeza hasta el famoso “se casaron y fueron
felices”. Gran parte de la generación artística versa sobre el
encuentro, porque es más atrayente, más espectacular, más
intrigante. La duración queda de lado, se esconde debajo de la
alfombra y se redondea en frases determinantes de un futuro feliz.
Sin embargo, recomponer al campo de lo conceptual la idea de amor es
entender que la duración es parte fundamental del proceso de
construcción a partir de un encuentro. Es donde se genera la “escena
del Dos”, de sintonizar a partir de la diferencia, un procedimiento
de verdad.
En la película Another year
(Mike Leigh, 2010), se
nos presenta la vida de una pareja ya adulta y sus diferentes
relaciones con amigos, familia, trabajo, etc. a través de un año
entero. Aquellos que les visitan a su casa, idílica por cierto, van
presenciando esa situación armónica haciéndola parecer ciertamente
perversa. Son esos otros, los que han quedado en la soledad de la
adultez, los que no pueden dejar la angustia, los que dominan el
relato. Paradójicamente del encuentro inicial de esta pareja adulta
que recibe y ayuda a sus amigos no sabemos nada; pero sí podemos
tener un panorama total de esa duración, de esa construcción, de la
“escena del Dos”.
La concluida trilogía del director Richard Linklater de
Antes de … generó algunos debates que cuestionaban aspectos del
guión de la última entrega por considerarlo condescendiente con
ciertos esquemas dominantes (el hecho de que la pareja decida
continuar). A partir del encuentro azaroso en la primera,
Antes del amanecer, el
reencuentro en la segunda entrega,
Antes del atardecer, llega a la escena la vida matrimonial en
Antes de la medianoche. Es
interesante encontrar el porqué se ha visto esto último como algo
que opaca a las anteriores películas. Linklater pasa de la narración
del encuentro a la duración y cómo ésta se mantiene y se construye-deconstruye
en la cotidianeidad y la rutina. Celine y Jesse dialogan
permanentemente, vuelven a reconocerse y al mismo tiempo a
comprender que jamás uno podrá ser el otro. Sus diálogos, que ocupan
el lugar central de la historia, van adquiriendo sentidos y
significados que no son ni complacientes ni descreídos. No hay
parodia ni redención, hay palabras de un Dos que se enfrenta al paso
del tiempo y a las demandas impuestas por los modelos dominantes
trayendo a escena el discurso en tanto lugar desde donde desafiar la
inercia y el miedo. A diferencia de los Martin, que mediante el
intercambio de una sucesión lógica de coincidencias llegaban a
concluir que eran esposos, como si esa condición supusiera
simplemente una concatenación de cosas en común que azarosamente
siempre estuvieron allí, en
Antes de la Medianoche los
personajes creen, vuelven a hablar y pensar-se. A crear la
posibilidad de un Dos.
“Ahora bien, en el mundo
actual, la convicción de que cada uno sigue únicamente su propio
interés es muy común. El amor niega esto. Si no se lo concibe como
el simple intercambio de ventajas recíprocas, o si no es calculado
largamente por anticipado como una inversión rentable (…) nos lleva
a los parajes de una experiencia fundamental como es la diferencia
(…) En esto tiene validez universal, es una experiencia personal de
la universalidad posible y es filosóficamente esencial.”[7]
Si el amor, entendido así,
conlleva necesariamente el riesgo de la palabra, la opacidad y la
diferencia, entonces también es, al fin de cuentas, una de las
condiciones de posibilidad para el sujeto. Frente a las ideas
dominantes de la unión gemelar o el escepticismo funcional
–simulacros en tanto falta de verdad- el amor como posibilidad de
saberse reconocido como sujeto es una especie de refugio en la
tormenta apariencial, una experiencia que desafía la imposición
narcisista y publicitaria del capitalismo extremo. El amor como acto
violento frente a la sociedad masificada, hedonista y de consumo,
el inicio de un proceso de verdad que es concebir el mundo ya no a
partir de la identidad sino a partir de la diferencia inherente al
Dos.
Notas:
[1]
Existen hoy numerosas revisiones que han cuestionado esta
terminología. No nos detendremos en este debate pero
recomendamos la lectura del libro
Los teatros del absurdo de Michel Pruner (2003).
[2]
Ionesco, Eugene. La
Cantante calva. Buenos Aires: Editorial Losada, 2000.
Pg.15
[3]
Camus, Albert. El mito
de Sísifo. Buenos Aires: Editorial Losada, 1985. Pg. 12.
[4]
“En busca del sujeto perdido I. Paranoid Android.” Tiempo de
Crítica Año II, N°66.
[5]
Sr Martin – Discúlpeme, señora, pero me parece, si no me engaño, que la
he encontrado ya en alguna parte.
Sra. Martin. – A mí también me parece,
señor, que lo he encontrado ya en alguna parte.
Ionesco, 2000. Pg. 21
[6]
Mazziotti Nora.
Telenovela, industria y prácticas sociales. 2006.
[7]
Badiou Alain.
Elogio del amor.
Buenos Aires: Paidós. 2012. Pg. 25
* Publicado originalmente en Tiempo
de Crítica, publicación semanal de la
revista Caras y Caretas.
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