La incertidumbre, el mecanismo que ha venido articulando las
narraciones ficcionales modernas, debe su éxito, precisamente,
a que los lectores han optado por relegar el suspenso al universo
de la ficción. Esto implica que la
incertidumbre era una válvula de escape con respecto a
vidas que descansaban en la planificación y la estabilidad,
es decir, en un relato poco alarmante. Más aún,
se relegaba la incertidumbre para los ratos de ocio.
Paradojalmente, la
incertidumbre, que parece signo predominante en tiempos posindustriales,
ha escapado del campo ficcional para asentarse en la vida de
los uruguayos. La reducción drástica del tiempo
libre no sólo impacta sobre las relaciones interfamiliares
sino sobre la posibilidad de
hacer planes. Así, el carpe diem, la satisfacción
inmediata, hace a un lado la asunción de responsabilidades
de futuro, como la procreación o la elección de
planes de estudio.
Para una sociedad como la uruguaya (que
pasó de forma abrupta de confiar en el "Estado paternalista"
al descampado del "no future") esto, además de marcar un descenso
en el bienestar de los hogares, constituye un evento traumático.
Por sus características, el estado integrador uruguayo
brindaba las expectativas que caracterizan a la Comedia. Como
se sabe, el densenlace de una comedia, no importa cuan dramática
se presente la peripecia, conlleva una reconciliación
(por ejemplo, permitió
hacer más llevadera la
precariedad en que vivieron, en su momento, los inmigrantes que
llegaron a Uruguay a finales del siglo XIX y comienzos del siglo
XX, quienes resolvían sus dificultades proyectándose
en el futuro de sus hijos y sus nietos).
Como contracara a este fenómeno, para los uruguayos de
fines de siglo XX, en su mayoría criollos de tercera o
cuarta generación que crecieron bajo las expectativas
generadas por el "estado protector", el pasaje a empleos
precarios y a moverse en plena incertidumbre no sólo ha
deteriorado su
calidad de vida (escaso tiempo
para el ocio, la recreación o la atención de los
demás miembros de la familia) sino
que los ha despojado de relatos cohesionantes. La incertidumbre
provocada por la precarización del empleo, por sí
sola, ha erosionado fuertemente la verosimilitud del relato integrador.
Abandonados por la vieja narrativa, y sin que una nueva y medianamente
verosímil se presente para reemplazarla, buena parte de
los uruguayos -también aquellos que cuentan con uno o
más empleos- se descubren alienados en procura de sus
ingresos, en un presente perpetuo al que no logran atribuir sentido.
Al deteriorarse el relato cohesionante de país y su desenlace
integrador, el individuo se vive en apartamiento. Como se sabe,
el apartamiento, como desenlace, es característico la tragedia
(género cuya finalidad es la purificación a través
del horror, la piedad y un dolor casi insostenible). Para que este apartamiento pueda
ser resuelto (se llegue a
la purificación)
es imprescindibe que, o bien el discurso integrador dé
nuevas señales de vitalidad (y,
por lo tanto, de verosimilitud y acercamiento) o que uno nuevo y más adecuado a las
circunstancias se presente en su lugar.
Una versión de este artículo se puede encontrar
en Hamed, Amir, 1999. "Cómo narramos el desarrollo
humano: algunas reflexiones para el caso de Uruguay", documento
solicitado para el Informe de Desarrollo Humano 1999,
Montevideo, PNUD.
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