Anuncio: imágenes estremecedoras
El Museo
Imperial de la Guerra
de Gran Bretaña ha anunciado que este año se estrenará la versión
completa, restaurada con herramientas digitales del documental de Alfred
Hitchcock sobre el Holocausto, titulado Memories of the Camp.
Según se anuncia, la película tiene "imágenes estremecedoras".
Este modo de presentar el
estreno de esta película de Hitchcock permite percibir con bastante
claridad cierto carácter del lenguaje cinematográfico, y quizá sospechar
una explicación para esta pronunciada pendiente por la que se acelera
este mundo saturado de cine, televisión y video.
En 1945 la Unidad de Cine del
Ejército británico contrató a Hitchcock como asesor para la realización
de un documental acerca de los campos de concentración alemanes. Había
varias horas de registros, y la Unidad de Cine tenía, además de
películas realizadas por sus camarógrafos, copias de las tomas hechas
por sus colegas soviéticos, que fueron los primeros en llegar a
Auschwitz.
A alguien se le ocurrió que el
maestro del miedo era la persona indicada para organizar las tomas de lo
que los camarógrafos llamaban "cámara de horrores". Pero Hitchock,
después de ver las imágenes, se ausentó una semana de los estudios de
Pinewood, conmocionado por el horror real que había visto fotografiado.
Hay quien especula que la explicitud que adquirieron sus películas a
partir de esa fecha —con respecto al muy recatado estilo que imperaba—
se debe en parte al hecho de haber sido uno de los primeros espectadores
de las atrocidades del ejército alemán.
Un equipo de editores trabajó
bajo su mando. Se produjo una película que nunca llegó a estrenarse.
Según explican los actuales productores del Imperial War Museum, la
situación internacional requería que Gran Bretaña se aliara con Alemania
para luchar contra la Unión Soviética, y quienes tomaban las decisiones
decidieron que no convenía que los alemanes se sintieran demasiado
culpables por las barbaridades cometidas. Recién en 1980 un investigador
estadounidense encontró cinco rollos de la película en un depósito del
Museo. En 1984 el documental, al que le faltaba un rollo, se exhibió en
el Festival de Berlín y en 1985 fue trasmitido por el sistema de
televisión pública de Estados Unidos. Esa versión se puede ver
aquí.
Treinta años después se anuncia
que el sexto rollo fue encontrado, que contiene imágenes más
perturbadoras que todo cuanto se haya visto de la guerra hasta el
momento, y como ya no hay Unión Soviética, se anuncia su estreno para
este año y la difusión por televisión en 2015, para conmemorar la
liberación de Europa. Se hizo una restauración digital que mejora las
imágenes hasta hacerlas parecer de realización reciente. La narración en
off original, hecha por la voz grave, calma y poderosa de Trevor
Howard, mantendrá su contenido pero estará ahora a cargo de un actor
cuyo nombre no se ha anunciado, para quitarle arrugas a la película.
Quienes han visto la versión restaurada aseguran que las imágenes tienen
una apariencia sorprendentemente actual.
El horror
El director galitziano Billy
Wilder, que trabajó en Berlín hasta que el gobierno de Hitler lo obligó
a emigrar, realizó en 1945 Death Mills, un documental sobre las
atrocidades de los alemanes que incluía rodajes de campos de
concentración con imágenes tan fuertes como las de la película de
Hitchcock, pero en este caso hubo unas cuantas exhibiciones. Según le
contó a su amigo, el director de cine alemán Volker Schlondorff, buena
parte del público, tanto en Alemania como en otro países, no soportaba
la visión de la película y salía de la sala. La intención de reeducar a
los alemanes a través de la exhibición de sus pecados no tuvo éxito.
Con el tiempo, el relato de los
campos de concentración absorbió todos los relatos de la guerra. Es
natural que lo más delirante, lo más atroz, el mayor sinsentido se
convierta en la incógnita que hay que intentar despejar para entender el
mundo.
El cine, sin embargo, no ha
podido dar cuenta convincentemente de aquel horror. Pero las líneas
narrativas que ha intentado han seguido un solo relato canónico: el que
presentó en 1956 Primo Levi en su Si esto es un hombre. Allí
están todos los ingredientes para entender la secuencia de hechos que
sistemáticamente ocurrió en los campos de esclavos y exterminio nazis.
Cuando se publicó el libro hubo muy pocas ventas. El editor no hizo
demasiados esfuerzos por publicitarlo. Recién después de la salida de su
segundo libro (La tregua, publicado en 1963), en el que se relata
el viaje de meses que condujo a Levi de regreso a Italia después de la
liberación, el otro libro, el del infierno, comenzó a venderse.
Esos libros, claros, poderosos,
directos, incitaron a otros sobrevivientes y a sus descendientes a
tratar de dar cuenta de sus experiencias personales. Poco más de una
década después de la publicación de La tregua fue una historieta
(Mauss, de Art Spiegelman) la que puso imágenes, aunque muy
alegóricas, a la historia del campo que había vivido su padre, idéntica
a la de Levi. Mauss agrega el horrible periplo de la persecución
en los pueblos natales de los judíos polacos, el gueto, y la traición
que los conduce a Auschwitz. La película de Spielberg La lista de
Schindler, estrenada en 1993, siguió el protocolo de Levi y
Spiegelman. Una buena versión de La tregua se realizó recién en
1997, dirigida por Francesco Rosi, con John Turturro como Primo Levi.
Los cuerpos sufrientes
El cine fue el primer medio que
dirigió su mirada al lugar del cuerpo en el plan de exterminio nazi.
En 1955 Alain Resnais hizo
Noche y bruma, un documental de media hora de duración sobre los
campos de exterminio. La película intenta narrar, es decir, dar sentido
a la sucesión de acciones que cuenta. Además, la narración se ocupa de
los cuerpos de las víctimas. Vivió dos episodios de censura, incluyendo
la modificación de algunas tomas mediante truco de laboratorio. En un
caso se trató de disimular la presencia de un oficial francés en un
puesto de vigilancia de un campo de deportación en Francia; el otro fue
un reclamo de Alemania para que se retirara la película del festival de
Cannes. Luego, algunos críticos, especialmente israelíes, pero también
algunos judíos franceses, rechazaron la película porque no hacía
hincapié en el hecho de que la mayor parte de las víctimas eran judías.