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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



HAMED, AMIR  -  ELLA SÍ  -

El sí de las niñas. Nuevo ensayo de Amir Hamed*

María José Santacreu

Ella sí continúa ese método, que Hamed había cultivado en su libro Retroescritura, esta vez yendo a buscar a Eva a quien no conviene llegar sino a través de Dante. Dante afanado en la redacción de su “Elogio de la lengua vulgar”, intentando volver a unir lo que está separado, remontando la dispersión lingüística hacia la lengua primera, es decir, la que habló Adán en el paraíso para entenderse con Dios.

Segunda parte de una trilogía de ensayos breves, Ella sí sucede a Encantado y precede a M, todavía sin publicar. Pero decir “ensayo”, a secas, puede resultar equívoco. Ella sí no es un ensayo académico sino s bien un ensayo literario o “de escritor”, esos en los que la creatividad y el cuidado de la escritura se conjugan con una tesis original que se va desarrollando y creciendo a lo largo de sus páginas y en los que la propia escritura opera como generadora de relaciones y sentido. Un género casi en vías de extinción, probablemente porque los escritores del tipo que Hamed encarna (eruditos, apasionados por sus temas, incontenibles tanto en creatividad verbal como en cantidad y calidad de sus ideas) son hoy una rara avis.

Uruguay tiene su propia lost generation de intelectuales y escritores, aquellos que por edad serían el equivalente a la “generación 83 pero que por temperamento y convicción esn en las antípodas de esta generación militante que reclamó insistentemente su espacio en las estructuras de poder. Margi- nales, corrientemente autopublicados y gestores de sus propios espacios, ni se los encuentra escribiendo en los medios masivos de comunicación (sino en e-zines o revistas por suscripción) ni publicando sus libros en editoriales trasna- cionales. Su pasaje por los primeros fue siempre emergente y extraño (cabe recordar la inusual República de Platón o el éxito anómalo de Prohibido pensar en la televisión). Orejanos y poco visibles, a veces es incluso necesario reafirmar su mera existencia ( Luego existen es el título del libro colectivo de ensayos que agrupó a muchos de ellos y que, a pesar de remitir al cogito cartesiano opera también como una especie de chiste ontológico) pero persistentemente emergen en letra impresa. En el caso de Amir Hamed, eligiendo un formato también inusual: una trilogía de ensayos, publicados separadamente en pequeños libros y cuya unidad (o contigüidad estilística o temática) se adivina pero está todavía por revelarse cabalmente, al faltar la última parte de la tríada.

En Encantado Hamed se ocupaba de hadas, ogros, vampiros y otros portentos para hablar del acto de contar como hechizo y encantamiento, estableciendo una red de conexiones que distan de ser evidentes, generando chispazos de reconocimiento y redefiniendo, de paso, la idea de lo “bello del conde montevideano quitándole al encuentro de paraguas con máquinas de coser o de Drácula con Marx cualquier carácter fortuito. Porque,  parece decir Hamed, no hay nada s bello que relacionar lo alejado, revelando continuidades a través de la lectura atenta y s bien desconfiando del azar y otras fuerzas s poderosas, que para eso nos fue dado lo que llevamos sobre los hombros y no para sostener, con o sin gracia, el sombrero.

Ella sí continúa ese método, que Hamed había cultivado en ensayos más breves en su libro Retroescritura, esta vez yendo a buscar a Eva a quien no conviene llegar sino a través de Dante. Dante afanado en la redacción de su “Elogio de la lengua vulgar”, intentando volver a unir lo que está separado, remontando la dispersión lingüística hacia la lengua primera, es decir, la que habló Adán en el paraíso para entenderse con Dios. “Se trataba de una lengua una y sola que, tras la dispersión de Babel, se continuaría en el hebreo, avisa Alighieri, por lo que basta que nos haga saber que Adán no rumiaba latín para que haga acopio de lo que se habla en Europa, todas las lenguas a las que divorcia de la de Cicerón y de su amado Virgilio. Aquello que se par- tió en Babel es una trinidad de hablas, por un lado el griego y por otro la del norte del Danubio, que ha derivado en una muchedumbre de lenguas que ahora son, según nos muestra, las teutónicas, eslavas, húngaras, sajonas y muchas otras, además de las germánicas, que mantienen un rasgo común, porque todas, al afirmar, dicen io. Y por últi- mo están estas otras del sur, el languedoc, que para afirmar dice hoc, el langue d’oïl, que dice oïl, y la ibérica, la francesa y la italiana, que para afirmar dicen, sí. Y es entonces que se empieza a vislumbrar por qué a Dante no le será dado terminar “De vulgari eloquentia” ni tampoco su banquete. Está buscando dar un sí indecible en el latín de su tra- tado, pero también indecible en el romance del Convivio. Porque hay un sí, se ha dado cuenta, impronunciable para Adán, que es cosa de Satanás y que incluso, más que de Satanás, viene a ser cosa de mujer”.

Es de este cliffhanger, que planta Hamed al final del primer capítulo de su ensayo, que pende toda la acción (si se nos permite afirmar que existen los ensayos con acción y que este es uno). Hamed comienza entonces a desarrollar el tema de su ensayo, que tiene que ver con ese sí paradisíaco, femenino y para peor, en lengua viperina, que le complica la vida a Dante y, quizás, a la versn oficial de un par de religiones. Así, Ella sí se lee como un relato de ficción, donde la “trama se va revelando poco a poco y los personajes son, entre otros, Dante y Adán, Eva y Mohammed Al-Samman, la serpiente y Abelardo.

Si bien decíamos anteriormente que habrá que esperar la edición de M para tener una visn de conjunto sobre la trilogía, lo emprendido por Hamed es una relectura de los relatos occidentales fundantes, que en Ella sí se eleva hasta la Biblia judeocristiana a través de Dante, repasando las fuentes comunes de los textos sagrados de las religiones monoteístas e, incluso, de la Divina Comedia como traducción de La escala de Mahoma.

Como señaló Alma Bolón en su reseña de Encantado (Brecha número1508, 16-X-14), hay una dimensión política en estos libros de Hamed, que miran la literatura canónica occidental para hablar del presente. “Como en otras oportunidades, y ahora por obra de las hadas, Amir Hamed fustiga los espejismos (y los hurtos) patrios,  recordando  la  matriz  oriental –indoiraní y semita– de nuestras historias occidentales. Ni que decir sobre la índole profundamente política –intempestiva– de estas hadas, la consideración de las cuales permite expedirse sobre un asunto que hoy quema la actualidad, al erigir funestos andamiajes con los maderos en combustión de las ‘identidades’ (‘nacionales’, ‘tribales’, ‘religiosas’, ‘locales’, ‘regionales’, ‘sectarias’, ‘ideológicas’).” En Ella sí el campo de batalla se extiende a la lengua misma, al “sí” femenino y el “no” masculino, a la represión y la libertad, a la autoridad y la transgresión, hasta llegar a la identidad misma de un “Dios” (como origen, civilización o cultura) que se licúa en una babélica confusión, por más que, sin importar cuántos milenios pasen, se empeñen en hacernos creer que los hombres, cuando se descuartizan, lo hacen en su nombre.

* Publicado originalmente Semanario Brecha; 6 de febrero de 2015

 
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