La
creciente tribalización de la que dan cuenta los mass-media,
en las grandes urbes, merced a la violencia incontrolable y sin
causales sociales de los países del primer mundo, son
la expresión más evidente de que todo organismo
comunitario ha colapsado, fundamentalmente por dos razones: la
imposibilidad de restituir al imaginario colectivo un proyecto
emancipatorio democrático, (el sueño infantil de Cornelius
Castoriadis),
que sólo puede surgir de una memoria colectiva, que, advertidos
por Heidegger, caía en el olvido más absoluto,
tanto a nivel individual como colectivo, para tornar toda vida
comunitaria, en una cárcel aparentemente (virtual) libre,
es decir, en el engranaje de un "socius", que ningún
horizonte tiene que dar, más que el vértigo del
acto violento que se justifica a sí mismo, más
que cualquier otra explicación.
Ni
el colectivismo ni la democracia (qué diferencias encontramos hoy
en éstos aparentes antagonismos que señalaba Heidegger), son soluciones
cuando los Estados Representativos, han pasado a ser, polichinelas
de las fuerzas oscuras de un capital que reposa en la fuerza
de los ordenadores, de los chips, de una técnica al servicio
de redes, que capaces de destruir un planeta, son también
en el fondo, profundamente virtuales.
En
segundo lugar, la violencia silenciosa pero mas-mediática
del crimen serial, llamado por los criminólogos de "copycat",
en el cual un individuo debe mostrar a la sociedad sus capacidades,
a veces, con forma de denuncia moral, y que en una sociedad competitiva
en todo caso se trata del mejor.
La
violencia colectiva o individual habla de una psicosis de masas
cuya fuerza, reprimida por una cultura en la que paradójicamente
la libertad negativa, sumada a la sociedad del control de las
pulsiones psíquicas, no dan sino como resultado la violencia
sin contenido comunitario y sin otra explicación que el
autismo que a invadido el planeta, no es sino el final del olvido
del "ser", la expulsión de "nemosine"
a alta velocidad en términos de Heidegger.
Hace
pocos días un adolescente inglés mató a
martillazos a un amigo que jugaba con él a algún
ejercicio virtual policiaco u de guerra, tal como lo indicaba
el "programa". Es ese adolescente un asesino? En qué
código penal puede calificarse una conducta anómala
surgida bajo la "droga" de la fuerza de las imágenes,
y menos aún, de un acto criminal de tipo pasional?
Del
mismo modo que el ordenamiento del mundo mediante tratados y
organismos multinacionales, han sido y son casi simulacros (el derecho internacional
llamaría a risa), el derecho penal resultaría
tan petrificado como las momias egipcias.
Ahora
bien, escuchemos a uno de los tantos profetas del infantilismo
positivista y pragmático prometer enmendar las llagas
que muestran el retroceso de la cultura planetaria hacia el planeta
de los simios: "Nosotros - es decir el pueblo norteamericano-
se propuso ir a la luna y ahora investigamos marte", algo
así como que para las sociedades de buena voluntad nada
es imposible, ni erradicar la guerra, el hambre, las injusticias
cualesquiera fueran. Faltó decir que si un día
nos propusiéramos tocaríamos con nuestras manos
la eternidad, siempre por supuesto, de la mano de la técnica.
Estas propuestas que plantea el Sr. John Kerry (candidato presidencial estadounidense), se vienen
preparando hace 2500 años, desde la Grecia bárbara
y no dependen del concepto de libertad jurídica manejado
en la actualidad por nosotros, porque la libertad es dueña
del hombre, de su fundamento y de su abismo y la decisión
proviene de la oculta esencia de la técnica
Basta
que nos preguntemos, en el vértice de la falta de sentido
de la existencia, en el torbellino de la vida racional de las
culturas del primer mundo -también de las marginales-
el por qué de la necesidad autodestructiva, del aumento
día a día del suicidio. Más allá
no se puede ir: es la antigua "hubris" griega que se
paga con el retorno de la tragedia que hoy envuelve al planeta.
Es decir que el Sr Kerry no es Marco Aurelio, y que tampoco,
va a instaurar ni tan siquiera la "pax romana".
Pero
a quién le importa en verdad esto. A quienes están
envueltos cómodamente en la realidad del refugio mass-mediático
y toman los simulacros como los presos de la caverna platónica?
Decir que Estados Unidos va a la guerra sólo cuando tiene
que ir, es mentir soberanamente a una audiencia cuyo infantilismo
cívico raya en la esquizofrenia, sobre todo cuando se
comienza diciendo "yo no voy a mentir".
Por
ultimo la promesa, la eterna promesa que nadie, ni el mismísimo
Kant pudo sostener: terminar con el "terrorismo internacional"
que es hoy casi lo mismo que afirmar que se terminará
con el consumo de drogas o que finalmente seremos eternos. Reivindicar
nuestra condición de "mortales" a quienes se
les ha dado como fundamento el peligroso abismo de la "libertad",
constituye el primer paso que debemos dar para reencontrarnos
con nosotros mismos en las imágenes de las "cavernas".
De ahí venimos y hasta allí podemos retroceder.
Corrientes.
Argentina. Julio 2004.
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