H enciclopedia 
es administrada por
Sandra López Desivo

© 1999 - 2013
Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



STARGATE - RA - CIVILIZACIÓN - GENEALOGÍA

Genealogía

Mario Maciel
La fábula gestó un mundo, y desde ella se desplegó la Historia que no se sospecha que encubre una infamia. El origen acaba de descubrirse: un despotismo perverso que, al revelarse, corrige la historia de la humanidad

["Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara".J.L. Borges]
.

El director Roland Emmerich imagina al inefable Ra (en Stargate), dios egipcio del sol, como un despiadado autócrata alienígena que el tiempo de los terráqueos, equívocamente, habría convertido en una divinidad paradigmática. Más allá de las fronteras del espacio, en un planeta de dunas saharianas, una brigada terrestre lo descubre después de cruzar el umbral de una puerta estelar (stargate), imperando sobre una caterva alborotada, sin lenguaje articulado que,
sin embargo, posee rasgos humanos.

Tenebroso personaje que bascula desde una sofisticada performance tecno a un look primitivo soft-metal, Ra aparece rodeado por estrafalarios custodios, leales esperpentos ensamblados en aleaciones de insospechada maleabilidad. Estos hipogrifos, hábiles lanza rockets, asesinos metamórficos, asexuados, travestidos, están sin embargo, como Ra, condenados a una derrota ya escrita:
son humillados por los nietos del futuro que descifran los jeroglíficos cincelados en una de las siete maravillas del mundo -vaticinio que les fue negado.

El futuro, la sinuosa línea que proyectó su propio pasado,
les había alumbrado su inesperado verdugo. La fábula gestó un mundo, y desde ella se desplegó la Historia que no se sospecha que encubre una infamia. El origen acaba de descubrirse: un despotismo perverso que, al revelarse, corrige la historia de la humanidad: el endriago parido por
el descuido y la desmesura de una criatura megalómana, alienígena parasitario, es la propia simiente civilizatoria.

Jeroglíficos, escritura, civilización: establecen un tríptico siniestro que se cierra sobre sí mismo, que se clausura en
su propio comienzo. En alguna parte de aquellas grafías insondables, se esconde una incógnita, un enigma borgeano, una mónada leibniziana, la orden genética que proveerá los ingredientes para la fabricación de la explosión megatónica que pulverizará la nave piramidal de Ra.

A millones de años luz del planeta Tierra, en los vagos recuerdos de este falso dios, en lo que fue accidente, azar, necesidad, y sin que él siquiera lo adivinara, estaba la raíz misma de esas invenciones que ya no controlará y que terminarán con su existencia. El inventor cae víctima del largo brazo de su propio descuido, y el hecho revela, más que el origen miserable de la civilización, la curiosa condición de los signos: su trayectoria es similar a la de
las balas perdidas.

El origen acaba de descubrirse: un despotismo perverso
que, al revelarse, corrige la historia de la humanidad: el endriago parido por el descuido y la desmesura de una criatura megalómana, alienígena parasitario, es la propia simiente civilizatoria.
VOLVER AL AUTOR

             

Google


web

H enciclopedia