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GOEBBELS, PAUL JOSEPH - CINE FRANCÉS EN LA OCUPACIÓN NAZI -

El cine francés durante la ocupación alemana*

Homero Alsina Thevenet

Se ha calculado que en los cuatro años de ocupación nazi Francia prudujo 220 películas, 29 de las cuales fueron de Continental. Ambas cifras parecen enormes si se recuerdan las dificultades de un país derrotado, en medio de una guerra mundial


Mientras Goebbels escribía sus Diarios por la noche, Alemania peleaba y perdía la peor guerra de su historia. Importa recordarlo, por ejemplo, tras sus anotaciones de noviembre de 1943, porque en ese momento Italia estaba casi derrotada, Mussolini se había fugado al norte, el ejército nazi retrocedía en Rusia y los aliados bombardeaban cada noche. La guerra mundial asoma también tras diversos apuntes de Goebbels: el antisemitismo declarado, la posición escéptica frente a Italia, la hostilidad frente a la URSS. Sus apuntes sobre el cine francés de la época aluden a un tema muy amplio.

Es muy complicado el caso del cine francés durante la ocupación. Tras la derrota (junio de 1940) Francia quedó gobernada por los nazis en toda la zona geográfica del norte, pero se confió a los franceses mismos el gobierno de otra inmensa zona, al sur y al este, que suponía dos quintas partes del territorio nacional. Ese otro gobierno, presidido por el Mariscal Pètain, fue conocido como régimen de Vichy y perduró con altibajos hasta la Liberación de 1944.

El cine pudo haber sido un tema secundario en aquellas circunstancias sociales y políticas. Pronto se hizo evidente, sin embargo, la necesidad de mantener salas abiertas y dar entretenimiento al público. En la zona norte, los alemanes retuvieron durante meses la exclusividad en la explotación de las salas y prohibieron que se reanudara la producción local. En la zona de Vichy, en cambio, se realizó un gran esfuerzo colectivo por volver a la producción.

En noviembre de 1940 ya se había formalizado un Comité de Organización de la Industria Cinematográfica (COIC), con pleno respaldo oficial y con cinco subcomités que abarcaban la tarea de laboratorios, distribuidores, exportadores, exhibidores y trabajadores de la producción, en todos los niveles.

El COIC tropezó con enormes dificultades. Tras la ocupación nazi, ya no estaban en Francia algunos nombres del pasado reciente, como los directores René Clair, Julien Duvivier, Jean Renoir, Jacques Feyder y Max Ophuls, o como los intérpretes Jean Gabin, Michele Morgan, Claude Dauphin, Jean Pierre Aumont, Louis Jouvet, Victor Francen, Dalio, sin olvidar las largas listas de técnicos y artesanos.

Los judíos estaban expresamente excluídos de toda actividad en el cine, aunque algunos de ellos consiguieron trabajar en forma clandestina. A las carencias humanas se agregó que ese nuevo cine francés padecía serias deficiencias de dinero, estudios, electricidad, celuloide, materiales para construcción de escenarios. Encima de ello, ese cine estaba sujeto a la censura conservadora de Vichy (cuyo lema era "Trabajo" "Familia" "Patria") y tendría dificultades de exhibición en buena parte del país. Un resultado fue que allí se inició un sitema de coproducción con Italia y en especial con los estudios Cinecittá.

A ese panorama se agregó un hecho aún más importante. El magnate alemán Alfred Greven, que había sido ejecutivo de empresas cinematográficas en su país, instaló en Francia (octubre de 1940) la nueva firma productora Continental Films, protegido en apariencia por sus buenas realciones con el gobierno alemán. A diferencia de sus competidores franceses, la Continental tenía enormes capitales y compró una cadena de salas. Como lo advirtió Greven rápidamente, el público local se interesaba ante todo por el mismo cine francés y era necesario producirlo nuevamente.

Lo hizo ante todo con la presión del dinero, pagando mejor a los nombres mayores del cine francés de ese momento, como los directores H. G. Clouzot, Maurice Tourneur, Henri Decoin, André Cayatte, Christian-Jaque, Georges Lacombe o los intérpretes Fernandel, Harry Baur, Pierre Fresnay, Michel Simon, Danielle Darrieux, Jean-Louis Barrault, Edwige Feuillere, más una nómina de escritores, fotógrafos y otros técnicos.

La buena realción con Alemania derivó a que Continental tuviera celuloide y otros equipos. El presunto monopolio francés creado por la COIC quedaba interrumpido por esa presencia alemana.

Se ha calculado que en los cuatro años de ocupación nazi Francia prudujo 220 películas, 29 de las cuales fueron de Continental. Ambas cifras parecen enormes si se recuerdan las dificultades de un país derrotado, en medio de una guerra mundial. El dato singular fue que, pese a su capital alemán, Continental produjo un cine enteramente francés.

No hay un solo nombre alemán en las fichas técnicas y elencos de aquellas 29 películas. Por otro lado, fue también considerable su calidad artesanal. Existió desde luego una restricción en los temas, que abundaron en dramas históricos y asuntos policíacos, sin el menor asomo de crítica social o política. Pero en clima dramático, en fotografía, en interpretación, la lista de Continental pudo exhibir con orgullo L' Assassinat du Père Noël (Christian-Jaque), Le corbeau (H. G. Clouzot), Les inconnus dans la maison (Decoin), L' assassin habite au 21 (Tourneur) y la controvertida Symphonie Fantastique (Christian-Jaque), que era tan inflada y enfática como la misma música de Berlioz, pero tenía una excelente realización y fue un notable éxito comercial en toda Francia.

Ese último título provocó la queja de Goebbels, que veía allí un nacionalismo francés exaltado y financiado por capital alemán. Pero aunque el Ministro anuncia en mayo de 1942 que no permitiría el estreno, éste se había realizado en París un mes antes. El hecho real era que, pese a su mandato absoluto, Goebbels no había conseguido dominar el panorama del cine francés en la ocupación.

Otro dato confirma ese fracaso parcial. En mayo de 1942 el Ministro anuncia su intención de reclutar para el cine alemán a los mejores talentos franceses del momento, pero en la práctica solamente consiguió a uno de ellos, el actor Harry Baur, para un singular drama musical que se tituló Sinfonía de una vida (Hans Bertram, 1942). Los demás se negaron.

Cuando llegó la Liberación, durante 1944-1945, se produjo en Francia un complicado ajuste de cuentas políticas, que llevó a la ejecución sumaria de cientos o miles de colaboradores con los alemanes. Los hombres y las mujeres del cine también se vieron acusados, formal o informalmente, por haber colaborado con la ocupción. Casi todos ellos pudieron aducir que sólo habían querido trabajar en su oficio, que no colaboraron en ninguna película alemana y que el cine francés de esos años no contenía propaganda nazi.

Eso no impidió que cayeran en desgracia algunas personalidades, como las actrices Arletty y Corinne Luchaire, el escritor Louis Chavance, el actor Pierre Fresnay, los directores Sacha Guitry, Henri Decoin y Albert Valentin, aunque cada uno de esos casos fue una historia personal separada.

Junto a las zonas más oscuras de la ocupación nazi en Francia, importa subrayar que en esa época difícil Marcel Carné pudo trabajar fuera de la Continental y realizó dos películas como Los visitantes de la noche y Les enfants du paradis, que luego alcanzarían prestigio mundial. En ambos colaboraron secretamente el escenógrafo Alexandre Trauner y el músico Joseph Kosma, que por ser judíos tenían prohibido trabajar en cine.

En la producción ajena a la Continental surgieron asimismo películas de otros directores prestigiosos como Marcel L'Herbier, Jacques de Baroncelli, Jean Grémillon, Jean Delannoy, Robert Bresson, Claude Autant-Lara, el primer Jacques Becker.

Si efectivamente Goebbels quería destruír al cine francés, como lo sugiere en su Diario (13/05/42), cabe deducir que no lo consiguió.

NOTA:

En casi todas las historias del cine nazi se incluyeron algunos párrafos de produccíón francesa del período. El tema mereció así mismo la atención de un libro completo, Cinema
of Paradox, por Evelyn Ehrlich (Columbia University Press, New York, 1985), sumamente documentado, del que se han extraído algunos datos para estas páginas.

*Publicado originalmente en la Revista M Cine Nº 3

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