En el
centenario del nacimiento del profesor Lauro Ayestarán, el
reconocimiento a su trayectoria se enmarca en la visión que tienen
de este investigador distintas personalidades vinculadas con el
ámbito musical uruguayo. Este especial reúne por primera vez
diversas apreciaciones del trabajo de Ayestarán: desde la visión que
confiere una autoridad oficial, desde el punto de vista de la
crítica especializada y desde el enfoque de los científicos
investigadores que heredan las estructuras de una disciplina –la
musicología- que a pesar de su iniciación decimonónica, se muestra
como un espacio de aparente poco desarrollo y con una producción
bastante desconocida en el Uruguay.
Dentro de
la musicología y de los estudios folklóricos en Uruguay se reconoce
a Ayestarán como uno de los pioneros, junto con investigadores como
Francisco Curt Lange, Ildefonso Pereda Valdés, Daniel Granada, Paulo
de Carvalho Neto y Cedar Viglietti; pero a diferencia de sus colegas
su visibilidad a nivel oficial ha sido muy notoria y ha traspasado
el ámbito académico. También en la actualidad, y a partir del
aniversario de su nacimiento, se han organizado desde el Estado
diferentes homenajes a su trayectoria. El aporte de Ayestarán se
centra en los estudios acerca del pasado musical del territorio que
hoy llamamos Uruguay y de algunas manifestaciones de la música viva
en la época. Se destaca su labor de recopilador de las músicas
tradicionales populares que fueran conservadas en documentos de
audio, tarea que le fue encomendada y financiada por el entonces
Ministerio de Instrucción Pública. Este trabajo cuenta hoy con más
de medio siglo de existencia. La difusión de su aporte se ha
proyectado a públicos diversos: población estudiantil, profesionales
de educación media y público en general. Quizá uno de los factores
determinantes de su notoriedad haya estado vinculado a la sencillez
de su relato, el que fue cultivado por gran parte del cuerpo docente
de enseñanza secundaria y primaria, como sigue sucediendo hasta el
día de hoy.
La etapa de
formación
Lauro
Ayestarán Fernández nació en Montevideo el 9 de julio de 1913 en la
casa familiar de la calle San José esquina Florida. Cuando tenía
siete años falleció su padre y en esa misma época comenzó a recibir
su primera educación formal a través de las lecciones impartidas por
una educadora particular dentro de su hogar. Dos años después
ingresó al Colegio Sagrado Corazón de los Padres de la Compañía de
Jesús (Seminario) donde continuó hasta finalizar sus estudios
secundarios. Ingresó a la carrera de Derecho de la Universidad de la
República y estudió hasta 1934 piano y solfeo con el destacado
Maestro Felipe Larrimbe en su conservatorio.
En el
año 1933, con veinte años de edad Ayestarán comenzó su actividad
periodística como crítico musical, de teatro y de cine en el
periódico católico El bien público. Su prestigio profesional fue
en crecimiento desde que Francisco Curt Lange le encomendara la
secretaría de la Sección de Investigaciones Musicales del Instituto
de Estudios Superiores y del “Boletín Latinoamericano de Música”
dos importantes proyectos musicológicos de alcance internacional de
los que Lange fue su inventor y director; Ayestarán actuó como
secretario desde 1936 a 1937. En este último año se le encomendó la
dirección de la Discoteca Nacional del SODRE y al mismo tiempo
comenzó su labor docente como profesor de canto coral del Liceo Nº 5, José Pedro Varela. Un año después comenzó a impartir clases de
Historia del Música en los Institutos Normales y en la Escuela
Militar.
Desde
1939 se suma a la lista de publicaciones de la que fue colaborador
el semanario Marcha y en el diario El País de Montevideo. En el
año 1940 se casó con la bailarina de ballet, Flor de María Rodríguez,
quien fue colaboradora en algunos de los trabajos de Ayestarán y con
quien tuvo seis hijos. Flor de María fue la responsable de las
ediciones póstumas de la obra de su marido y de la corrección,
también posterior a la muerte de Ayestarán, de los trabajos que
tuvieron que ver con el cancionero infantil. En el mismo año, bajo
el gobierno de Alfredo Baldomir, último año en el que trabajó como
director de la Discoteca Nacional del SODRE, comenzó su tarea como
asesor en el Museo Histórico Nacional.
Un
antecedente de su labor de recolección sobre las manifestaciones
musicales de tradición popular fue su colaboración con la musicóloga
argentina Isabel Aretz que trabajaba para la Sección de Musicología
del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires. La musicóloga
realizó las primeras grabaciones de músicas tradicionales populares
ejecutadas por pobladores músicos localizados en el territorio
uruguayo. Luego de su colaboración con Aretz, Ayestarán comienza su
recolección de grabaciones, registros fotográficos a los ejecutantes
y entrevistas. En el año 1945 el Instituto de Estudios Superiores
le entrega un grabador de discos de acetato para realizar ese
trabajo. Luego en el año 1946, bajo el gobierno de Juan José de Amézaga, Ayestarán fue contratado junto con el compositor Carlos
Giucci y el profesor Antonio Álvarez Varela para llevar adelante la
recientemente creada Sección de Musicología del Museo Histórico
Nacional. Esta sección fue fundada como Departamento adscripto al
Museo y tuvo como objetivos conservar, investigar y divulgar el
acervo musical uruguayo.
Caminos
de madurez
Ayestarán desarrolló su profesión de crítico en una época marcada
por la “Generación del Centenario” y luego por la “Generación del
45”. Años fermentales en cuanto a la creación literaria y en cuanto
al desarrollo de un campo crítico fundamentado sobre todo en la
experiencia creativa de los críticos ensayistas. Ayestarán no fue un
creativo musical, es decir, no se dedicó a la interpretación musical
ni a la composición, su radio de acción se ubicó en crítica musical
desde la prensa y en el desarrollo del ensayo sobre diversas
disciplinas artísticas centrando su foco de acción en la música y en
sus aspectos históricos. Dan cuenta de las influencias de la época
su estrecha amistad con el historiador Juan Pivel Devoto, quien
prologara su libro La
música en el Uruguay, Volumen I, sus intercambios con Carlos
Vega, musicólogo argentino, su paso por el semanario “Marcha” y su
colaboración con Franciso Curt Lange, musicólogo formado en Europa y
uno de los mayores teóricos musicales de proyección latinoamericana
en la época.
Además
de su actividad como investigador, como docente y como disertante,
-éstas dos últimas ejercidas en Uruguay y en el exterior- el trabajo
de Ayestarán se centró en la publicación de ensayos acerca de las
diferentes músicas que influenciaron la cultura nacional. Uno de sus
más interesantes aportes se visualiza en el ámbito de la música de
tradición europea con su estudio sobre el compositor y organista
romano Domenico Zipoli, quien realizó gran parte de su trabajo en el
Río de la Plata. El estudio de la música colonial queda de
manifiesto en la publicación Fuentes
para el estudio de la música colonial uruguaya del
año 1947. Posteriormente se destaca su trabajo sobre la vida y la
obra del compositor uruguayo Luis Sambucetti, uno de los creadores
de la Orquesta Nacional. Su radio de acción en los estudios sobre
las músicas fue variado tal vez por su primaria visión periodística
que lo llevó a cubrir distintos tipos de manifestaciones musicales.
También realizó aportes en la temática de la educación musical a
través de la organización de los programas de cultura musical
ofrecidos en enseñanza media y en la organización de la carrera de
Musicología, impartida en el Instituto de Musicología de la Facultad
de Humanidades de la Universidad de la República, a partir del año
1945.
La
obra más importante que publicó fue La
Música en el Uruguay, Volumen I, por esta obra recibió en 1945
el Premio Pablo Blanco Acevedo, y diez años después el Premio
Nacional de Historia, dos menciones que otorgara la Universidad de
la República. Esta publicación fue costeada por el SODRE y su única
edición data del año 1953. Las 818 páginas de este libro, de
características enciclopédicas, está estructurado en dos partes: La
música primitiva y La música culta; la primera parte está
subdividida en dos capítulos “Música indígena” y “Música negra” y
la segunda parte en cinco capítulos
“Música Religiosa”, “Música
Escénica”, “La Música de Salón”, “Los Precursores” y “Miscelánea”.
El
autor trabajaba en el volumen II de la obra, el que contendría otros
dos capítulos titulados “La música folklórica” y “Antología y ensayo
crítico”, sobre el pasado y presente de la música uruguaya. Este libro
no llegó a editarse y los escritos sobre los que trabajaba se
publicaron póstumamente en El
Folclore Musical Uruguayo, primera edición de 1967, Teoría
y Práctica del Folclore del
año 1968, Cinco
Canciones Folclóricas Infantiles de
1969 y las Músicas
Infantiles en el Uruguay de
1995, revisados por sus familiares.
Hacia
nuevas visiones
Enfrentarse a una figura como
ésta
que nos ocupa siempre genera visiones y
opiniones opuestas. De las diversas visiones de los colaboradores de
este especial surgirán posiblemente algunos cuestionamientos. Quizá
el mejor homenaje sea revisar los paradigmas anquilosados en el
siglo XIX, desmitificar y trabajar, de manera de contribuir en la
construcción de un campo de acción académica que permita, por una
parte la visión multidisciplinaria y al mismo tiempo admita el
desarrollo independiente de cada investigador en esta disciplina.
Para eso es necesario propiciar la discusión en base a fundamentos
teóricos serios y con una sólida formación que sostenga las
observaciones y el análisis. Sería esperable que se realizara una
revisión conceptual que contribuyera a la valoración de un trabajo
que, visto el momento histórico en el que se encuentra, demanda que
se lo cuestione y se lo reconstruya conceptualmente; el ejercicio
del cuestionamiento contribuye a sostener los cimientos del
conocimiento científico en el área de las ciencias sociales. Con la
emoción que confiere favorecer la discusión, auguremos que este
especial favorezca el espacio para comenzar con esa tarea, con el
desafío de reconfigurar, reconstruir, de descubrir y de enfrentar
viejas concepciones a nuevas visiones.
* Publicado originalmente en El País Cultural, suplemento del
diario El País,
4 de octubre de 2013.
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